lunes, 2 de octubre de 2006

Oda al tomate


Oda al tomate

La calle se llenó de tomates. Mediodía, verano.
La luz se parte en dos mitades de tomate,
corre por las calles el jugo.
En diciembre se desata el tomate,
invade las cocinas,
entra por los almuerzos
se sienta reposado
en los aparadores,
entre los vasos,
las mantequilleras,
los saleros azules.

Tiene luz propia,
majestad benigna.
Debemos, por desgracia,
asesinarlo:
se hunde el cuchillo
en su pulpa viviente,
es una roja víscera,
un sol fresco,
profundo,
inagotable.
Llena las ensaladas de Chile,
se casa alegremente
con la clara cebolla,
y para celebrarlo
se deja caer aceite,
hijo esencial del olivo,
sobre sus hemisferios entreabiertos.
Agrega la pimienta su fragancia,
la sal su magnetismo:
son las bodas del día,
el perejil levanta banderines,
las papas hierven vigorosamente,
el asado golpea con su aroma
en la puerta,
¡es hora!
¡vamos!
y sobre la mesa,
en la cintura del verano:
el tomate,
astro de tierra,
estrella repetida y fecunda,
nos muestra sus circunvoluciones,
sus canales,
la insigne plenitud y la abundancia
sin hueso,
sin coraza,
sin escamas ni espinas,
nos entrega el regalo de su color fogoso
y la totalidad de su frescura.

Pablo Neruda

5 comentarios:

Javi M dijo...

a mi me encanta el tomate ^^

gloria bendita cuando te comes uno, pablo tiene razon sobre lo que dice de él

Jun dijo...

Tomate es dios :0

Gladys dijo...

xDDDDDD Ains...

Pablo Neruda, qué grande.

Cincin dijo...

Con pan y aceite de oliva mejor todavía :O

Larga vida al bread with tomato spread on it!

Uhh. Tengo hambre, voy a desayunar.

Anónimo dijo...

Odio el tomate. Yo, catalán de pura cepa, me he acostumbrado al Pan con Tomate porque me lo ponían aunque lo pidiera sin... eso sí, sólo lo permito si no hay muchos grumitos xDDD

Por cierto Nenita, me gusta el nuevo aspecto de tu blog ;)

 
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