domingo, 7 de enero de 2007

Asahägo


Rara vez he hablado de mi infancia o he explicado dónde he vivido hasta mi edad adulta. Por el contrario, durante años intenté adaptarme y convertirme así en una persona normal dentro de mi entorno, asimilar una cultura y un tipo de vida en los que, en el fondo, me siento algo ajena. Aunque exteriormente parece que todo va bien, no logro encontrar ni la paz interior ni la sensación de pertenencia que tanto anhelo.
No soy feliz, con frecuencia me siento perdida, como un espíritu que no acaba de alcanzar sosiego. Vivo como un vagabundo, me mudo de un lugar a otro en la esperanza de hallar en cada ocasión la felicidad y la paz que tanto ansío. Pero me desengaño una y otra vez.
Van pasando los años, me voy haciendo mayor y cada vez de forma más asidua me pregunto adónde pertenezco en realidad y pienso más a menudo en mi infancia. Después de quince años en el mundo moderno debería haberme adaptado perfectamente. ¿Tanto puede marcar la infancia a una persona?
Tengo la sensación de no vivir de verdad, de limitarme a existir. Arde en mí una nostalgia que no puedo describir adecuadamente, añoro algo que parece perdido. Tengo la impresión de haberme quedado en algún tiempo o en algún lugar, que algo me ha quedado pendiente.
Y en la esperanza de encontrarme a mí misma, de aceptar que soy distinta, que siempre seré distinta, y quizá descubrir adónde pertenezco realmente, he decidido escribir mi historia.

Sabine Kuegler. La niña de la jungla.

0 comentarios:

 
Free counter and web stats